Durante los años 1950, la estadounidense Northrop se propuso desarrollar un caza sencillo y económico capaz de equipar los departamentos de vuelo de numerosos países de la OTAN. El F-5, nacido de esta necesidad específica, era en realidad un caza monoplaza ligero, de pequeñas dimensiones pero extremadamente maniobrable. Fácil de producir y relativamente barato, se caracterizaba por una alta eficacia operativa. Las primeras versiones producidas por Northrop, denominadas F-5A "Freedom Fighter", eran capaces, gracias a los dos motores General Electric J85-GE-13, de alcanzar una velocidad máxima de 1.700 km/h. Armado con dos cañones de 20 mm. Instalado en el morro, el F-5 era un verdadero avión "multifunción", ya que podía tener una carga ofensiva tanto para misiones de defensa aérea como de ataque terrestre. La combinación de sus características garantizó su rápida difusión y su utilización por numerosas Fuerzas Aéreas.